La brevedad del nuevo rico.
Cuando terminó la reunión, se quedó
sólo. Estaba tan satisfecho, tan orgulloso que se tomó un trago tras otro hasta
que sintió multiplicada su euforia. No era para menos. Acababa de formalizar y firmar el contrato de su vida.
Había transferido sus acciones obteniendo unas plusvalías del ciento cincuenta
por ciento. Se podía considerar un nuevo rico. Decidió celebrarlo íntimamente y
para ello no se le ocurrió nada mejor que un desfogue sexual, recurso habitual
propio de su género. Buscó en las páginas del diario los anuncios calientes y
escogió el que creyó más adecuado: mujer madurita, guapa, satisfago todo tipo de
euforias, llámame al contacto referenciado.
Marcó el número desde su despacho y le citaron en media hora. Frente al espejo,
se acicaló, se ajustó el nudo de la corbata y se dirigió caminando hacia la
dirección que llevaba memorizada, calle Juanes, 32 principal. Desconocía el
lugar exacto y aceleró los pasos temiendo retrasarse. Al llegar tocó el timbre,
se abrió la puerta y en ese instante su corazón sufrió un revolcón. Se puso a
latir alocadamente sin control, hasta que como pudo se sujetó sobre el marco de
la puerta. Balbuceaba entre sus labios que no podía pasar lo que estaba
pasando, no podía dar crédito a lo que veían sus ojos. Tenía delante a
Margarita, su primera novia, su primer amor, lo que él más había amado durante
siete años. Ella, pálida y sin poder articular palabra alguna tuvo arrestos
suficientes para agarrarle del brazo y alcanzar juntos el sofá que presidía el
salón. Dejaron pasar un buen rato y no hablaron, sólo miradas complacientes,
arrepentidas, suplicando comprensión, haciéndose preguntas propias de la
situación ¿Cómo es posible? ¿Cuánto tiempo llevas en esto? Con los años que han
pasado sin saber nada de ti, vaya marrón, qué vas a pensar de mí.
Lentamente fueron sobreponiéndose
hasta que ella tomó la palabra.
Hay que ver Loren, no has cambiado.
Siempre arrepintiéndote de lo que haces. Sí, es cierto, es un marrón pero
míralo de este lado, al menos no necesitamos presentación. Tú has venido a
desfogarte y yo estaba aquí. No le des más vueltas. Habrá sido el destino.
Sí, creo que es razonable. Y tú “Marga”, qué
has sentido al verme?
Cuando te he visto, el flash, la
imagen que ha venido a mi mente ha sido la de la primera vez que nos conocimos
en la Universidad. Cómo a partir de aquél día, mi mundo se paró y comenzó a
andar en mí una nueva vida, un nuevo reto, estar siempre pendiente de ti, hasta
que pasando los años, cuando más confiada estaba recibí un correo tuyo
comunicándome que te había salido la oportunidad de tu vida que no podías dejar
pasar y que estabas en un avión camino de Asia, Singapur, creo que decías y que
ibas sin fecha de vuelta. Fíjate, siempre creí que la oportunidad de tu vida
era yo. Me sentí noqueada durante un tiempo.
“Marga” mira fijamente a “Loren”, se
da un respiro y le anima: ahora háblame de ti, cómo te ha ido todo este
tiempo?
Bueno, sí, primero quisiera pedirte
disculpas por mi comportamiento canalla, cuando te he visto he querido
desaparecer, no existir, me he sentido cobarde y rastrero. Estaba de
celebración y no esperaba esta situación, me siento profundamente avergonzado.
Perdóname, perdóname si puedes.
“Marga” se levantó con brío del
asiento, preparó dos copas al tiempo que lentamente comenzó a desnudarse con un
movimiento sinuoso, sensual y provocador. Luego, acercándose a “Loren” fue
despojándole de su chaqueta, su pantalón y su ropa interior. Mientras acercaba
las copas, de pie y en toda su desnudez, “Marga” le lamió la oreja y
sigilosamente deslizó su mano por la entrepierna susurrándole ¿dime, a qué te
recuerda esto?
Retozaron durante horas, bebieron,
fumaron y esnifaron hasta perder el control, una, dos y hasta tres veces se
hicieron el amor. Ella jadeaba, su respiración era por momentos acelerada, en
la máxima explosión del placer. De pronto, “Marga” se frena, se para, está
pálida, se ahoga, no puede articular palabras.
“Loren” asustado se teme lo peor.
“Marga” qué te sucede?, mírame, dime algo. ¡Oh Dios! No puede ser, esto no me
puede estar pasando, por favor querida, no te me mueras. El miedo se apodera de
“Loren“, grita desesperado, está noqueado. Sale de la casa y pide ayuda. Llaman
al hospital y a los diez minutos “Marga” es trasladada en ambulancia.
Es demasiado tarde. Ha sufrido una
embolia cerebral y sólo pueden certificar su fallecimiento. A “Loren” le hacen
preguntas y más preguntas, no puede responder a nada, no entiende el
significado de las preguntas. Está aturdido. Pide que le ayuden a dormir y se
lo suministran. Al despertar, todavía un poco insomne, le dicen que tiene que
pasar por secretaría para documentar y tramitar todo lo relacionado con los
hechos y personas involucradas en el suceso.
Sin llegar a las cuarenta y ocho horas
“Loren” va a saber que “Marga” estaba casada y que en la autopsia que le han
practicado, se ha encontrado restos de semen. Estas noticias le hacen pensar y
descartan sus planes de argumentar un encuentro casual.
Transcurrida una semana, Loren
mantiene una conversación de madurez con su esposa. Es consciente y sabe que no
se le da bien envolver las conversaciones y confiesa con detalle todo lo
sucedido. Repite convencido que solo pretendía “echar una cana al aire”.
La familia de “Marga” ha exigido en el
hospital que le den hasta el más mínimo de los detalles de lo que ha sucedido.
Una vez recabada toda la información,
creen tener base jurídica para querellarse contra “Loren”. Máxime
teniendo en cuenta que “Marga” tenía prohibido por prescripción médica la
ingesta de alcohol y drogas.
Pasado un mes Lorenzo G. Rivas-
Conchante tiene dos querellas sobre la mesa de su despacho. Una de divorcio con
petición de bienes y custodia de sus cuatro hijos, otra por intento de
homicidio por suministro de alcohol y drogas.
A pesar de contratar buenos y caros
abogados “Loren” va a perder las dos querellas siendo consciente cómo de un
plumazo se va a quedar sin familia, sin hogar, sin dinero y sin trabajo. Jura y
perjura contra la vida, que no le dé la oportunidad de volver atrás y cambiar
los acontecimientos. Está apesadumbrado. El mayor dolor se lo provoca la muerte
de “Marga”. Se siente solo, se compadece y llora. En su interior sabe que no ha
sido capaz de gestionar bien la suerte que le brindó su negocio.
Treinta y seis meses más tarde, “Loren”
ha cambiado de ciudad, vive con una nueva mujer en separación de bienes, no se
ha casado, está prácticamente recuperado del “shock” producido por los
acontecimientos y aunque carece de medios económicos suficientes, con los
ahorros de su compañera ha comenzado a invertir con buenos resultados. Ahora es
más prudente, ya no puede dejar de dibujar una sonrisa burlona cada vez que
recuerda su brevedad como nuevo rico y cuando le proponen celebrar el éxito de
alguna de sus inversiones, no deja de mirar a sus partes bajas y con una mirada
picarona ordenarle al contenido: “tú ni te muevas”.
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luken.luciano 2017
pero qué bueno eres, javier
ResponderEliminartienes que pasar a la novela,corta la primera que luego vendrán más,javier
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